Inicio del fin del inicio del fin... (una lectura de Perceval de Chrétien de Troyes)

por Camila Fernanda Lira Moraga

Todo viaje  implica dejar algo atrás para dar paso a algo nuevo, pero también puede significar ir en busca de lo que se ha dejado. Sería un tanto frívolo determinar que el viaje sólo implica una de las dos cosas o que comienza y termina en determinado momento. La intertextualidad es un elemento esencial en la vida humana porque siempre se recurre a algo ya establecido previamente, con lo cual es inevitable entablar un diálogo para construir. La vida no es de una determinada forma, cerrada y acabada, sino que más bien se presenta como una mezcolanza de todo lo anterior en pos de cosas nuevas; es un proceso que no puede rehuír a su pasado ni renegar del futuro. La construcción a su vez requiere de un trabajo; esa típica frase “nada es gratis en la vida” resuena de modo intermitente en los oídos, porque el trabajo implica un esfuerzo y si no se logra éxito tiende a ser frustrante. Pero también existe la capacidad de aprendizaje, el cual se logra a partir de triunfos y errores. La vida es compleja, híbrida, no lineal, y por tanto el desarrollo de ésta contempla su totalidad: lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, y quizás otras categorías aún desconocidas. El viaje de la vida, por tanto, no comprende, desde ningún punto de vista,  una cara sino muchas.

Desde esta perspectiva, se pretende abordar la obra “El cuento del grial”  de Chretien de Troyes, en la cual su protagonista, Perceval, se inscribe en una empresa que simboliza el sentido de la vida, en tanto búsqueda del desarrollo espiritual. Por lo tanto, se afirma la siguiente hipótesis: La búsqueda del Grial, cargada de simbolismos, es la representación de la complejidad humana en su totalidad, la cual aparece ya prefigurada en las antiguas religiones paganas europeas. Pero también se plasma de manera natural en el cristianismo. El desarrollo espiritual es el viaje inacabado de la vida, que implica un proceso sin fin,  un viaje a través del cual se retrocede tanto como se avanza.   


Perceval hace su aparición: Sin retroceder, sigue su camino haciendo oídos sordos al llanto materno ¿Qué lo impulsaría a partir de esta forma? ¿Por qué desearía este hombre dejar su tranquila vida pastoril e iniciar una búsqueda con un rumbo incierto? Claramente la caballería, ese modelo de conducta que transmite la literatura cortesana, con una figura heróica cristianizada,  no logra satisfacer esta inquietud. Al parecer hay algo más allá que un simple título de nobleza. Algo que se esconde en las sombras de un universo simbólico complejo, pero que vislumbra otra tonalidad que escapa a la estructura  absolutista que proponen los géneros épicos. A partir de esta premisa, se hará el intento por desmantelar el mundo oculto en la historia de Perceval, protagonista de la obra “El cuento del grial”, el cual entre las sombras es capaz de dar una lógica a los eventos extraordinarios y confusos que se presentan a lo largo del relato.

Este héroe, torpe en un comienzo, que no es capaz de dar respuesta a las preguntas del caballero que aparece en su camino,  nos remite a los más profundos simbolismos, los que deben ser mencionados en este ensayo a fin de que se descubra ese enigma del extraño viaje que emprende el personaje. Así parte la descripción de Perceval como el apronte de un complejo camino iniciático que nos llevará donde nadie llega. El impulso que da origen al viaje de Perceval tiene su explicación en la figura del caballero medieval del reino artúrico: “En ese ámbito misterioso encuentran los caballeros errantes la posibilidad de mostrar su valer. Tienen todavía lugar para la proeza y la gloria del caballero andante”  (Garcìa Gual, 1984: 61) Pero esta respuesta parece limitada al indagar a fondo en el recorrido del errante, ya que exaltar su figura se prescribe sólo como un ornamento de progresión literaria. 

         Lo cierto es que la búsqueda de la caballería constituye el primer paso para la acción.  Al comenzar el viaje hacia el bosque Perceval da inicio a un proceso de formación, pues su vida ha estado ajena al mundo en el que se inserta. No es un caballero, de hecho se resalta la simpleza de un hombre común que está alejado de armas y batallas. De ahí que que su viaje implique un proceso de conocimiento. El bosque es ese mundo nuevo en el que Perceval debe elegir su propio camino. En este sentido la figura del héroe celta se comienza a asomar, a partir de la libertad de acción con que arremete el personaje. Su primer impulso demuestra a su vez la acción misma característica del protagonista de las leyendas célticas: “En la búsqueda céltica la acción prevalece por sobre la meditación” (Markale, 2005: 65) Perceval no es un gran pensante, desde un comienzo el poder de la acción se hace presente en la progresión del personaje. Sin embargo, la acción no es un mero acto impulsivo, por lo que no es suficiente establecer las situaciones de las que forma parte dentro de un marco de lo instintivo: “Así, siempre que se emprenda una búsqueda lo esencial es ser libre. Y ser libre es ante todo ser responsable” (ídem) Y a pesar de que su primera decisión de partir se muestra como fruto de un impulso, en el transcurso del relato se irá conformando un patrón de acción relacionado directamente con el desarrollo del conocimiento. Por lo tanto, en las primeras páginas no se muestra el héroe en su totalidad sino que es el comienzo de un largo proceso de formación.

La llegada a la corte del Rey Arturo es necesaria para que Perceval comience su aventura, pues, como señala Carcía Gual (1984: 35) "la corte es el centro de ese mundo aventurero y cortés (un centro que) irradia luz sobre ese extraño país rodeado de tinieblas y riesgos.”  Es innegable la importancia de su paso por este lugar, ya que partiendo desde este sitio Perceval se aventurará en su camino como caballero: “Muchacho, si vives largo tiempo, pienso y creo en el interior de mi corazón que en todo el mundo no existirá, ni habrá ni se conocerá mejor caballero que tú, así lo pienso, los estimo y lo creo” (De Troyes, 2000: 15). Ser reconocido como un caballero constituye para Perceval una primera fase en su proceso de formación: “En ningún texto figura un héroe que se lance a la búsqueda sin ser caballero” (Polia, 2000: 103). De aqui en adelante comenzará la aventura iniciática del personaje.

Para poder entender mejor esta afirmación se han dividido los espacios y tramos que se presentan a lo largo de la obra literaria, entendidos como los estadios evolutivos de la formación caballeresca. En cada etapa sorteada veremos cómo se irá configurando la figura heróica de Perceval.

En la primera etapa, el personaje arriba a la corte del Rey Arturo, parte en busca del Caballero Rojo  y le arrebata la armadura; más aún, lo envía a la corte a devolver la copa que había quitado al Rey, pues esta es una muestra de que Perceval, a quien el narrador aún se limita a nombrar como 'el muchacho', comienza a tomar decisiones frente a determinadas situaciones. En este sentido, pasa de una etapa impulsiva al desarrollo del pensamiento. Y por eso es posible afirmar que la corte del rey Arturo "es el punto de partida y el puerto de regreso de los esforzados caballeros” (García Gual, 1984: 35) Desde aquí Perceval se comienza a autodefinir como caballero.

Se podría señalar como una segunda etapa la llegada de Perceval al castillo de Gornemant de Goort. Es acá donde el protagonista encuentra un guía quien desempeña una función fundamental para su formación, ya que lo impulsa a un proceso de aprendizaje que hasta entonces no había vivido. El guía ve en Perceval su bondad y nobleza y lo conduce por el aprendizaje de la caballería, un aprendizaje que no solo tiene que ver con la apariencia sino con la actitud: “Lo que no se sabe se puede aprender, si uno pone en ello afán y entendimiento amable amigo- dice el prohombre- En todo oficio conviene tener corazón, trabajo y costumbre, y con estos tres medios se llega a conocerlo, y como vos jamás lo hicisteis ni lo visteis hacer a nadie, no merecéis desprecio ni censura por no saber hacerlo”  (De Troyes, 2000: 17)  Este tópico se repite en la mayoría de las literaturas artúricas, pues existe la necesidad de pasar por un proceso en el que la figura de un hombre sabio entrega conocimientos a un joven aprendiz.

La tercera etapa se desarrolla en el castillo de Belrepiere, donde Perceval conocerá a Blancaflor, hermosa mujer de quien se enamora. También batalla con Clamadeur para salvar el castillo de su dama. En esta etapa ya se ve un Perceval más completo en tanto caballero, pues se muestra su dimensión bélica-caballeresca  y también afectiva. Se podría decir que se proyecta aquí una imagen más amplia del individuo. Al parecer los encuentros de Perceval con diferentes personajes operan como un recurso de desarrollo: “Cada palabra lo besaba tan dulce y suavemente que le metía la llave del amor en la cerradura del corazón. Pero a pesar de ello, no logró en modo alguno que desistiera de ir a la batalla, antes bien reclamó sus armas” (De Troyes, 2000: 26)  Por supuesto, el proceso de formación aún no concluye y Perceval pretende continuarlo.

Finalmente el protagonista llega al castillo del Grial habitado por el Rey Pescador. En esta etapa, que representa un punto cúlmine dentro de la historia, Perceval se arriesgará a cruzar al otro lado de un río hacia donde sólo llegan los más valientes. Tras ese inmenso río se encuentra un hermoso castillo, en el cual penetra. Pero es acá donde Perceval comete un error que  le pesará durante toda la obra. Y es que al ver pasar el cortejo de las doncellas que cargan la lanza que sangra, los candelabros y el misterioso Grial, no es capaz de preguntar cuál es el significado de aquellos objetos. Al otro día Perceval se despierta y no encuentra nada de lo que había visto la noche anterior. Quiere preguntar pero ya es tarde, no hay nadie para responderle. No obstante, durante esta jornada Perceval ha adquirido su segunda espada: “Es el señor del castillo quien se la ofrece a Parsifal, y le dice que lo considera "hombre para portarla dignamente por doquier”. (Polia, 2000: 106)

Luego de esta etapa evolutiva comienza lo que podríamos denominar el  período de involución, lo que no indica que el proceso anterior haya acabado sino que es un continuo,  que a su vez da comienzo a un nuevo proceso evolutivo, y así sucesivamente ¿No se entiende? A continuación se tratará de dar una explicación más clara.

Al salir del castillo del Grial, Perceval se encuentra con su prima quien lamenta la salud del Rey Pescador y la muerte de la madre de Perceval responsabilizándolo por no preguntar acerca del cortejo. Y es aquí cuando ocurre el prodigio: Perceval, que hasta entonces sólo era 'el buen hijo', el 'buen señor', 'el muchacho', articula su nombre. De esta forma nace su identidad, pero a la vez termina un primer ciclo caballeresco con la desaparición del castillo. Al parecer, esta dialéctica vida y muerte da una síntesis, la adquisición de sabiduría, que se pondrá en función en un nuevo ciclo. Ahora bien, la palabra ciclo implica que lo anterior viene a complementarse con una nueva información; se da inicio a una nueva etapa que se inserta sobre la etapa anterior constituida por los procesos evolutivos antes mencionados. Perceval al expresar estas palabras respecto a su madre: “Y puesto que está enterrada ¿Porqué he de seguir buscándola? Sólo iba porque quería verla; ahora debo emprender otro camino” (De Troyes, 2000: 35) indica que su fin ya no se puede cumplir, por tanto ha de empezar otro proceso que comienza con la búsqueda del hombre que dañó al Rey Pescador. Lo curioso de este capítulo se expresa en lo siguiente: En esa búsqueda reaparece un personaje que figuraba al comienzo de su proceso anterior; se trata de una doncella a la que había encontrado luego de alejarse de su madre. Y en aquel primer encuentro: “Recordando los consejos de su madre e interpretándolos muy torpemente, el joven despierta a la doncella de la tienda, la besa por la fuerza, le arrebata su anillo precioso, y, tras consumir el rico almuerzo preparado en la tienda, se despide de ella” (García Gual, 1984: 55) Al parecer, esta causa había quedado pendiente pues en el segundo encuentro la mujer aparece en condiciones decadentes sufriendo las consecuencias que le trajo el actuar de Perceval. Ahora bien, es necesario considerar algunos  puntos importantes:

1. La joven no lo reconoce. Y  siguiendo la línea del ensayo, esto tiene que ver con que Perceval ha pasado por un proceso de (trans) formación, ya no es el mismo de antes, ahora tiene nombre y mayores conocimientos. Los acontecimientos que le suceden tienen la misma lógica. Perceval siempre va modificando su conducta, aunque hay situaciones y personajes que reaparecen cobrando a Perceval la deuda pendiente. Sin embargo, el héroe ha adoptado otras formas, otros elementos para abordarlos. Y va cerrando los episodios que no se corresponden ya en el tiempo y el espacio.

 2. El problema queda resuelto cuando se pone en combate con el hombre que maltrata a la doncella desde que Perceval se fue con sus pertenencias en la cita anterior. El protagonista gana, y el perdedor  debe ir a entregarse al palacio del Rey Arturo. Se repite, entonces, el patrón anterior (otro elemento cíclico) Y más aún, el derrotado debe entregar a la corte el siguiente mensaje de parte de Perceval: “Pero por encima de todas ellas aprecio a una, que , porque me sonrió, Keu le dio tal bofetada que la dejó completamente aturdida. Te mando a que la busques y que le digas de mi parte que, bajo ningún pretexto entraré en corte que rey Arthus reúna, hasta que la haya tan bien vengado que esté alegre y contenta” (De Troyes, 2000: 38) Esto da paso a otra afirmación:

3. Aún quedan aspectos del ciclo anterior que no se han resuelto. Y sería redundar en este aspecto si se siguen proporcionando ejemplos, porque el patrón se repite hasta el final (inconcluso) de la obra. En cada tramo que supone a Perceval un nuevo conocimiento, se revive algún elemento que no se resolvió en la etapa anterior. Y al resolverlo se abre un nuevo episodio.


Ahora bien, de todo este entramado se puede hacer una salvedad bastante importante. Al retomar (al estilo de Perceval) la penúltima cita - "Recordando los consejos de su madre e interpretándolos muy torpemente”-  se expresa que el protagonista no ha entendido bien los consejos de su madre. De ser así, ¿cómo hubiera comprendido bien los consejos de su guía? Y por ende, ¿cómo hubiera podido llegar a comprender la existencia del Grial y la lanza? Viéndolo de este modo, se podría argumentar que desde el comienzo de la etapa evolutiva existió la equivocación, pero esta recae en la falta de experiencia, porque Perceval actúa de tal forma por instinto, porque aún no ha llegado a conocer otra forma. Comprende mal, no porque él quiere sino porque no tiene un referente para distinguir o dimensionar las palabras de la madre. Aquí se deja entrever que el protagonista debía incurrir en el error porque de esa forma podía adquirir el conocimiento necesario, el cuál sólo se obtiene mediante la experiencia, la práctica.

De este modo, se vuelve a la concepción de la importancia de la acción, ya que ésta es la única que entrega sabiduría. Así, Perceval, podría haber obrado bien en un comienzo, hacer todo lo que indicó su madre y hasta preguntar lo que había visto en el Castillo del Grial. Pero, ¿tendría el mismo sentido la búsqueda del Grial? Al parecer, ni la corte, ni los castillos, ni siquiera el amor de una madre que muere por el abandono de su hijo poseerían valor en este relato, porque esa búsqueda no sería trascendente, no implicaría un cambio. El pasar de una etapa a otra, el sacrificarse por un objetivo determinado, nada de eso existiría. Y aquí se terminaría todo el sentido de la vida humana en relación con lo espiritual.   Todo lo cual nos lleva a 

El significado del Grial :    


Al parecer esta problemática sólo se puede entender si se acude a las formas simbólicas que adquieren los diversos elementos que aparecen en la obra literaria, los cuales convergen en puntos comunes y revelan su profunda carga espiritual. Acaso los más distinguibles sean los referentes cristianos que aparecen en el relato: “Y has de saber que no hubieras sobrevivido  tanto, si ella no te hubiese encomendado a Nuestro Señor. Pero sus palabras tuvieron tal virtud, que Dios en atención a ella, te ha preservado de muerte y te ha salvado de prisión. El pecado  te trabó la lengua…” (De Troyes, 2000: 60) Estas marcas cristianas están presentes, claramente en respuesta a un contexto de producción en el que se explica el orden del mundo desde una sola perspectiva. En el occidente medieval reinaba el catolicismo y probablemente Chrétien de Troyes siguió una vida en esa línea. Sin embargo, es imposible desconocer la influencias pre-cristianas de origen celta que se imprimen en el texto, y como se plantea desde un comienzo de la obra, el universo simbólico de Perceval está dotado de un mundo espiritual que se sobrepone a la mirada cristiana-occidental, e inscribe sus actos desde una mirada más profunda que la óptica del pecado-redención.

De acuerdo a la mitología que gira en torno al Grial este contendría la sangre de Cristo, desde el momento en que Longino le entierra la lanza al crucificado, y posteriormente fue custodiada por José de Arimetea. Ahora bien, más allá de las posibles historias existentes acerca del Grial, lo importante es indagar en su significado: “El contenido del grial sana a los enfermos, resucita a los muertos, ilumina a los vivos y les procura inspiración, conocimientos y alimentos inagotables” (Markale, 2005: 26) Como dirá Markale, el carácter divino del Grial resulta innegable, pero más aún su carácter dialógico con la humanidad.  Pues sus propiedades recaen en la existencia humana, tiene caracteres curativos que, por qué no decirlo, ayudan al desarrollo humano. Pero su custodia también lleva a otra afirmación. El Grial está resguardado, por lo tanto no es asequible a todos. De ahí que el castillo donde se encuentra el Grial sea un lugar recóndito y de difícil acceso. Para Perceval no fue fácil llegar hasta allá, tuvo antes que pasar por otros castillos, es decir, pasó etapas, pero estas etapas no se reducían al espacio físico, sino que implicaban un proceso de desarrollo interno.

Ahora bien, para entender un poco mejor la significación profunda del Grial resulta interesante plantear su analogía con la leyenda céltica-druida del Muérdago. Los Druidas, nos dice Markale, recogen el muérdago del roble, árbol que simbolizaba la divinidad para los celtas: “No se puede dejar de admitir que esta planta se alimenta con la sangre misma de la divinidad” (Markale, 2005: 26) Lo mismo sucede con el Grial el cual contiene la sangre del hijo de Dios y, por consiguiente, tiene un carácter divino.

Por otra parte, Markale advierte un correlato entre el símbolo del Grial y el mito galo del huevo de serpiente.Aquí vemos reforzarse aún más la concepción de la búsqueda griálica como una búsqueda iniciática: Las serpientes, que según Markale representan todas las energías del universo, se arrollan formando un solo cuerpo y dan origen al huevo el cual es raptado por un caballero “audaz y veloz”. Por lo tanto, existe un héroe que se lleva las energías, o más aún el conocimiento. Es innegable la relación con el camino trazado por Perceval; en tanto búsqueda iniciática, peligrosa,  pero tentativa, es una búsqueda que al parecer trae grandes recompensas. Perceval está en una constante búsqueda, de la cual en un principio es inconciente.

Ahora bien, si se afirma que el huevo de serpiente, el Muérdago y el Grial poseen un sentido semejante, que es la energía divina condensada en un elemento, y puesta en juego para la humanidad, resulta necesario enfocarse en la base metafísica de los celtas (ya que es en sus leyendas donde podemos hallar los tres elementos mencionados). De acuerdo a Markale, toda la espiritualidad del pueblo celta se inscribe en la figura del espiral: “La espiral es la posición del feto en la matriz y todo sucede como si el niño se desenroscara a partir de un centro misterioso” (Markale, 2005: 49) Desde esta analogía se puede afirmar que existe un centro en torno al cual gira el hombre, este centro si se asocia a la figura del Grial, es el que contiene la esencia divina, el origen de la existencia humana. En este centro se reúne la totalidad  del universo, y esto debe entenderse, como lo plantea la cosmovisión celta, como el punto en el que convergen todas las cosas. No se trata solo de lo 'puramente' bueno como podría parecer en un principio. De hecho, la cultura celta no hace una división maniquea de las cosas, sino que aprecia lo bueno y lo malo en conjunto en función del movimiento de la vida.  Por lo tanto: “Se desarrolla y se enrolla según la polaridad en torno a un punto central inmutable y no obstante perdido en el infinito, a la vez ninguna parte y todas. La espiral jamás está inmóvil, es la imagen de un universo puesto en movimiento por La Palabra divina” (Markale, 2005: 49)

Este mundo en movimiento es el que justifica la búsqueda eterna del centro, la espiral nos aleja y nos acerca a él. Así también es este movimiento el que impulsa a un Perceval a una búsqueda continua, que es al mismo tiempo la acción dentro de la búsqueda. Es un tanto complejo, pero es necesario decirlo, el viaje implica una búsqueda del centro que es la totalidad del universo, no es ni bueno ni malo sino ambos, reúne todas las dimensiones del ser porque es divino, pero a la vez por esto mismo es humano. Como dice Markale: “ El hombre no es, deviene. Pero como es imagen del Dios creador, hay que admitir que Dios tampoco es sino que deviene. Y es imposible fijar, cuajar un devenir, puesto que dicho devenir no es más que movimiento. Los hombres tienen ciertamente la necesidad de alcanzar a Dios ciertamente para tratar de alcanzar lo inaccesible, pero lo contrario también es válido;  Dios tiene la necesidad de los hombres para que estos le ayuden a cumplir su plan universal”  (Markale, 2005: 41)  Esta afirmación indica que todos los seres humanos tenemos algo de Dios, lo que significa que la búsqueda del centro es también la búsqueda de uno mismo: es desarrollo individual. Este proceso es inacabado, pues cuando pareciera que Perceval ha encontrado el centro, algo sobreviene que propicia el comienzo de su ciclo nuevamente. Por eso se repiten las imágenes pendientes en el pasado. El camino de Perceval responde a una cosmogonía cíclica inacabada, de ahí la evolución y luego la involución.

Ahora bien, este proceso de búsqueda es móvil y, por lo tanto, varía. El movimiento, por ser tal, no puede ser estático, sino que implica un constante devenir.  Por lo tanto, un proceso cíclico, si bien gira en torno al mismo centro, no es una reproducción del anterior. Es aquí donde la figura de Perceval cobra sentido y es que cada  ciclo implica una nueva adquisición de conocimiento respecto al centro.  Para graficarlo mejor se podría decir que se caminan dos pasos y se retrocede uno. En este sentido la figura de Perceval justifica sus constantes retrocesos que a la vez son adquisición de sabiduría, por medio de sus acciones.  Cada vez se acerca más a la esencia, y en este sentido el error implica un retroceder con algo nuevo. Los errores  no son malos ni obstaculizadores, sino que ayudan a adquirir la experiencia de la vida, mientras más conocimiento se tenga de la vida en su totalidad más cerca se está de la esencia.

Desde aquí se instala la noción de sacrificio; el sacrificio implica pasar de un estado a otro, la adquisición de conocimientos inevitablemente lleva al héroe a la evolución. Por eso, la búsqueda del Grial es dificultosa, ya que el sacrificio se inscribe como un elemento esencial del desarrollo espiritual del ser humano. Esa misma movilidad que lleva a Perceval a actuar de una u otra manera lo hace más sabio. Y cada etapa por la que debe pasar implica un sacrificio. Desde aquí es posible responder a la pregunta planteada más arriba: La búsqueda del grial es desarrollo espiritual del humano,  se debe  ir pasando etapas, y esto no se puede realizar sin el sacrificio. El error, como el no preguntar, es la única forma de autoreconocerse como ser humano, complejo e inexacto. Por lo tanto, esta es la única forma de que la figura del Grial  cobre sentido, porque esa misma búsqueda significa la complejidad de la existencia humana. En palabras de Mario Polia (2000: 107): "La Santa Búsqueda, vista sub specie interioritatis, la única perspectiva que puede considerarla en su justo valor, conduce al punto último donde el Grial se oculta: el interior del corazón.


Para finalizar:

          En Perceval la búsqueda del Grial nos remite a un constante retorno a lo anterior. En consecuencia, se trata de esa búsqueda persistente de la esencia espiritual o personal. Este retorno a su vez implica evolución, desarrollo, ya que no es inmóvil sino que varía de acuerdo a las etapas vividas en cada ciclo. Las repeticiones de imágenes, el error, la trascendencia, el impulso y finalmente la búsqueda, son componentes de un fuerte simbolismo que se arraiga en las culturas paganas y se instala en el mundo cristiano medieval. Desde esta perspectiva, en la literatura del occidente medieval, plagada con remembranzas de espiritualidades arcaicas como la céltica, se ponen de manifiesto las más profundas concepciones sobre lo humano. De esta forma, la literatura caballeresca de Chretien de Troyes nos permite vislumbrar toda una construcción filosófica respecto al mundo que resulta necesario redescubrir y valorizar.


Bibliografía

  • De Troyes, Chretien  Perceval o El cuento del Gria.,  Madrid: Editorial Gredos, 2000
  • García Gual, Carlos: Historia del Rey Arturo y de los nobles errantes caballeros de la Tabla Redonda. Madrid: Alianza Editorial, 1984 
  •  Markale, Jean: Las tres espirales. Meditación sobre la espiritualidad céltica. Barcelona: Ed. José de Olañeta, 2005.


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